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Tres formas de manipulación emocional que te hacen dudar de ti

  • Foto del escritor: Georgina Burgos - Psicóloga y Sexóloga
    Georgina Burgos - Psicóloga y Sexóloga
  • 8 dic
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: hace 8 horas

A veces te sientes confusa o confuso en una relación y no sabes el motivo. Hoy me gustaría aportarte un poco de luz sobre tres formas de manipulación emocional que te hacen dudar de ti.


Para esta confusión, puede haber diversas causas, como: estrés intenso o crónico, falta de sueño, depresión, manipulación emocional, trauma... o simplemente no tener la información necesaria de la situación que te confunde.


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Te cuento tres formas

Para empezar


En este artículo, quiero centrarme en la manipulación emocional y explicarte tres formas de manipulación que generan confusión:


  • la minimización

  • el retiro afectivo

  • y la culpa inducida


Ahora plantéate estas preguntas:


  • ¿me siento culpable con frecuencia en esta relación?

  • ¿tengo miedo de hablar de lo que me pasa y expresar lo que siento?

  • ¿hacerlo me deja con más ansiedad?

  • ¿suelo dudar de mí y de mi propio criterio tras una conversación con "nombre a tu elección"?

  • ¿tengo la sensación de no hacer nunca lo suficiente?


Si la respuesta es sí, quizás encuentres los motivos un poco más abajo.


3 tácticas de manipulación comunes que te hacen dudar de ti


Tu autoestima -o lo que es lo mismo, tu percepción de valía personal- es el fundamento de la confianza que depositas en ti y en tus capacidades para afrontar la vida. Determinadas tácticas de manipulación harán que este fundamento se debilite.


Profundicemos ahora en tres tácticas de manipulación emocional.


La minimización


La persona que te manipula quita importancia, invalida o ridiculiza tus emociones y sentimientos. Con el tiempo, este comportamiento puede llevarte a creer que lo que sientes es desproporcionado, y que lo que te duele o necesitas para tu bienestar no es tan relevante como creías. O peor aún, que ni siquiera lo mereces.


Para entenderlo mejor, te pondré dos situaciones de ejemplo que siguen esta dinámica.


Caso 1. Recibes un comentario que te hiere y compartes tus sentimientos en busca de reparación y comprensión. Lejos de recibir una respuesta empática, la persona que te manipula contestará con este estilo minimizador:


  • solo era una broma, no es para tanto

  • siempre exagerando, no se te puede decir nada

  • qué sensible eres


Caso 2. Expresas una necesidad personal que contribuirá a tu bienestar emocional o que expresa una carencia y te responde:


  • siempre vas de víctima

  • haces un drama de todo


El mensaje está claro: Tu reacción es el problema, no yo.


El efecto de la minimización es que dejas de confiar en tus emociones como la fuente válida de información que son para ti, y empiezas a dudar de tu propio criterio y de la validez de lo que sientes. Callas para evitar conflictos y más dolor, las heridas no se reparan, te vas desconectando de ti porque tus emociones ya no te parecen de fiar.


Sin embargo, bajo cualquier circunstancia, estar conectado con lo que sientes es una brújula esencial en tu vida. Si esta brújula la pones en manos de quien te manipula, solo obtendrás más confusión, más desconexión y más dolor.


El retiro afectivo


La persona que te manipula  te retira el cariño, la conexión emocional, la atención y la comunicación.


Se vuelve distante, te ve llorar y lo ignora, pasa por tu lado como si no existieras o sin mirarte, te contesta con monosílabos cortantes, no te habla o incluso te castiga con un silencio prolongado durante días o más. Y si te acercas para una reconciliación, rechaza tu gesto, prolongando el castigo. En definitiva, te castiga con el retiro afectivo para que, de ahora en adelante, "te portes bien" (desde su criterio, claro).


El objetivo es hacerte daño, controlarte, manipular tu conducta para que la adaptes a lo que quiere y espera de ti. Es algo diferente a cuando uno se retira porque necesita su espacio para serenarse tras una discusión intensa. En ese caso, seguramente, se dará la oportunidad de una conversación reparadora. En la manipulación, no ocurre así. Y de haber un intercambio de palabras, lo más probable es que se convierta en más minimización y culpabilización.


El efecto del retiro afectivo es que puede activar tu miedo al abandono, aumentar tu dependencia emocional y tu necesidad de agradar a quien te manipula. Vives prestando atención a lo que haces para no recibir el castigo, sino para recibir amor. Esto alimenta tu creencia de que el amor no es incondicional, incluso puedes llegar a creer que no lo mereces. En definitiva, el amor que recibes de la persona que te manipula está condicionado a la satisfacción de sus necesidades.


El mensaje está claro: solo mereces afecto si te portas como yo quiero.


La culpa inducida


La persona que te manipula te responsabiliza de cuestiones que no te corresponden, incluso de reacciones y sentimientos que son suyos como si los hubieras provocado tú.


La culpa es una emoción valida y adaptativa cuando nos avisa de que hemos transgredido un principio moral propio y necesitamos reparar la consecuencia. Por el contrario, en la culpa inducida (si prefieres llámala tóxica, pero no culpa inútil ya que de algún modo sirve a quien la impone), el objetivo es someterte y controlarte, pero no reparar.


Es importante dejar claro que la reparación del daño es la acción que pide la culpa auténtica, la que realmente nace de ti por tus acciones y tus convicciones morales. Y que la táctica del retiro afectivo no resuelve el conflicto, ni es su función.


Veamos ahora un ejemplo. Tenéis una discusión. La persona que te manipula se enfada y aleja y, cuando te acercas para disculparte de lo tuyo, te dice sin asumir su parte de responsabilidad en el conflicto:


  • siempre lo estropeas todo

  • por tu culpa estoy así

  • qué esperas después de lo que has hecho


Pero lo cierto es que en la discusión que habéis tenido hay una co-responsabilidad y tú has ido a reparar, pero no te lo permiten. La persona que manipula rara vez se disculpará o aceptará su responsabilidad en la discusión. En contrapartida, te lanza la culpa. Quizá se está protegiendo de algo suyo que no quiere ver.


El efecto de la culpa inducida es que actúas con miedo a equivocarte, te vuelves más responsable de la cuenta, estás en alerta para no provocar un conflicto, lo que te hace vivir con ansiedad. Cuando asumes -o te imponen- habitualmente la culpa en una relación, tu autoestima y libertad disminuyen y tu tendencia a la dependencia emocional aumenta.


El mensaje está claro: la culpa es tuya.


Y por desgracia, el recurso de reparar no está disponible.


Con el tiempo...


Te harás este tipo de preguntas:


  • ¿estoy exagerando?

  • ¿qué he hecho mal?

  • ¿tengo yo la culpa?

  • ¿algo no funciona bien en mí por sentirme así?

  • ¿estoy loco por tomarme las cosas de esta manera?


La respuesta es:


  • lo que sientes es válido y real

  • nadie tiene derecho a invalidar tus emociones

  • no te mereces la manipulación emocional






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