En general, las personas con dependencia emocional suelen presentar gran parte de estas conductas y emociones:

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• Mantienen una relación marcada por la posesividad y la asimetría, donde la persona dependiente asume la posición subordinada

• Se muestran sumisas

• Se sienten incapaces de romper la relación aunque sea perjudicial

• Sienten una necesidad de amor y cariño insaciables. Cuando están lejos de la pareja, sienten un anhelo intenso (craving) por volver a su lado y síntomas de abstinencia que se manifiestan en sufrimiento intenso en la separación (desasosiego, ansiedad, desorganización conductual...)

• Idealizan a la pareja y pueden disculpar sus humillaciones y faltas de respeto, soportando el desprecio como algo normal e incluso ensalzando su comportamiento ante otros.

• En general, son los otros quienes ven que la relación va mal, porque las personas dependientes no suelen tener conciencia del problema, lo niegan.

• Priorizan las necesidades del otro descuidando las propias

• Siguen la dinámica de dar para recibir y no se sienten completos sin el ser amado

• Tienen miedo al abandono y a la soledad

• Baja autoestima

• Tendencia al exceso de control

• Falta de confianza en sí mismos y un sentimiento de incapacidad para proveerse de lo que necesitan

• Reprimen  la ira, la rabia, el enfado...

• Reducen las actividades gratificantes y laborales por estar más tiempo con la pareja

• Y buscan amor a cualquier precio

 

Todo ello provoca un desgaste importante de energía, del bienestar emocional, de la autoestima y del concepto que la persona tiene de sí misma, mermando la confianza en sus capacidades y generado una falta de identidad propia. Por ello, no es infrecuente que la persona se sienta atrapada en la relación.

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