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Qué es el Método Hakomi

El método Hakomi de Ron Kurtz es una terapia centrada en el cuerpo y, por tanto, una terapia ascendente que va desde lo somático a lo cognitivo integrando las emociones.


Se fundamenta en la plenitud de conciencia, el cuerpo y la no-violencia.


Su objetivo terapéutico es ayudar a cambiar creencias nucleares que dificultan el crecimiento personal y el bienestar psicológico de las personas.


El cambio de creencias nucleares puede llevar a la persona a percibirse de otro modo y por tanto a cambiar su modo de estar en el mundo, en las relaciones interpersonales y ante sí mismo.



Cómo se lleva a cabo la sesión


Al inicio de la sesión


El terapeuta deja hablar al cliente con plena libertad, mientras se hace una idea de cuáles son sus intereses, preocupaciones, sensaciones y sentimientos profundos en ese instante.


El terapeuta realiza una declaración de contacto para alcanzar la plenitud de conciencia


El terapeuta guía a la persona hacia la plenitud de conciencia de la experiencia estando atento a las señales corporales y realizando una declaración de contacto que consiste en nombrar lo que se está viendo en la persona: el ceño fruncido, una sonrisa, un enlentecimiento de la respiración...


La lectura de las señales del cliente se llevan a cabo en diferentes niveles: cognitivo, corporal, emocional..., ya que se trata de contactar con la persona, de escucharla, de estar atento a los cambios sutiles de los gestos, de la postura... y devolverle después una mirada reflexiva, más calmada, de lo que sucede en su experiencia presente. En consecuencia, el terapeuta lee las señales y discrimina qué es significativo.


La declaración de contacto se realiza en el instante en que la persona emite la señal, nunca a posteriori, y es breve y sencilla. Por ejemplo:


“Cuando hablas de lo que ocurrió con tu hijo,

noto un pequeño temblor en tu mano”.


Tras lanzar la declaración de contacto, es necesario permanecer en silencio para que el cliente pueda focalizar su atención en lo que le está sucediendo en su experiencia. Se trata de fluir, sin quedarse en la racionalización de lo cognitivo.


La persona, centrándose en el cuerpo y en la experiencia, transitará de la conciencia ordinaria a la conciencia plena, y el terapeuta acompañará el proceso realizando un seguimiento de los estados de conciencia del cliente.


El cliente alcanza la conciencia plena


El silencio, tras la declaración de contacto, es esencial para permitir la toma de conciencia de algo, o insight, y para comunicar al cliente que se le está escuchando y se le permite ir hacia donde quiera ir.


Se trata de un proceso no directivo, donde no se hacen preguntas ni se dan consejos, solo se está presente acompañando a la persona en el flujo de su experiencia.


Lo primario es la experiencia,

las palabras son secundarias.


A modo de ejemplo, el modo de llevar a conciencia plena al cliente puede ser el siguiente:


Ahora si te parece bien observa... no tienes que hacer nada... puedes permanecer en una actitud abierta, dejar que mis palabras te lleguen y prestar atención a tu experiencia... es posible que aparezca un pensamiento, una sensación, una imagen, un sentimiento... un recuerdo... quizás un impulso, un cambio en la tensión muscular... o quizás nada. No está mal que no ocurra nada. Simplemente observa...


En general, si se ha establecido la relación terapéutica y el punto de interés de forma adecuada, la persona suele entrar en un estado de conciencia plena.


En caso de que no fuera así, no seguiríamos con el proceso, ya que no tendría sentido pues en estado de conciencia ordinaria no es posible evocar la experiencia significativa.


Se evoca una experiencia significativa




Tras alcanzar el estado e conciencia plena, el objetivo es evocar una experiencia que nos lleve a una creencia nuclear de la persona.




El cliente puede cerrar los ojos, quizás hable de forma más suave y pausada, se relaja y entra en niveles de conciencia más profundos.


El terapeuta también entra en conciencia plena y mantiene el contacto, ya que el cliente entra en un flujo del proceso en el que cambia su estado de ánimo, sus sentimientos y ello está disponible en su conciencia un tiempo concreto. Por ello, cada declaración de contacto se realiza mientras ocurre la experiencia y para esa experiencia que sigue el flujo de su proceso.


En síntesis


La primera parte de la sesión consiste en:


  • establecer una relación terapéutica

  • formarse una idea de qué puede evocar una experiencia significativa en el cliente

  • establecer contacto y hacer un seguimiento para llevar al cliente a conciencia plena

  • evocar la experiencia significativa.


Antes de continuar con las diferentes etapas del proceso, para entenderlo mejor veamos cuatro técnicas básicas del método Hakomi.


Cuatro técnicas para evocar la experiencia significativa


Cuando la persona alcanza un estado de conciencia plena, para evocar la experiencia pueden emplearse estas cuatro técnicas:


  • proponer una sonda

  • hacerse cargo de algo

  • hacer algún reconocimiento

  • y proponer un experimento


que son las técnicas básicas del método Hakomi.


Proponer una sonda


La sonda siempre es acorde a lo que quiere trabajar el cliente y está en sintonía con sus significados. Las sondas pueden ser verbales o no verbales.


Imaginemos que la persona se siente culpable cuando logra un éxito o piensa que si muestra alegría la van a rechazar. Un ejemplo de sonda verbal en este caso podría ser:


“Está bien que te sientas alegre cuando logras tus metas”


Un ejemplo de sonda no verbal sería coger la mano del cliente (si se sabe que puede aceptar este contacto) u ofrecerle las manos para que las coja si así lo desea.


En la mayoría de los casos se emplean sondas verbales, las no verbales son muy poco frecuentes.


El objetivo es traer a la conciencia de la persona materiales inconscientes con los que poder trabajar para explorar qué creencias y memorias organizan la experiencia del cliente.


Hacer algún reconocimiento


Una sonda puede transformarse en un reconocimiento. La sonda anterior podría transformarse en este reconocimiento:


“Sé que necesitas que tu familia acepte

tu alegría cuando logras una meta”


Hacerse cargo de algo


Hacerse cargo implica que el terapeuta llevará a cabo una acción de apoyo asumiendo parte del esfuerzo que hace el cliente para sostener la experiencia.


Por ejemplo, si el cliente está triste y baja la cabeza tensando la musculatura del cuello y del torso, reduciendo con ello la respiración, el terapeuta puede coger la cabeza para que el cliente pueda dejar de tensar esos músculos y experimente qué ocurre si trata de respirar profundamente sin esa tensión.


La tensión muscular provoca una limitación en la respiración cuya misión es limitar el sentimiento. Ello enmascara la experiencia. Al quitar el esfuerzo y la limitación, se consigue que disminuya el ruido y que el cliente fluya en la experiencia de un modo más pleno. Ello traerá a su conciencia sentimientos bloqueados.


El terapeuta puede hacerse cargo de pensamientos y creencias, de tensiones musculares, de gestos...


Proponer un experimento


Las sondas y hacerse cargo son un tipo concreto de experimento. No obstante, existen otros experimentos que dependen de la creatividad del terapeuta y del desarrollo de la sesión.


Veamos unos ejemplos:


Se puede pedir al cliente que...


  • se concentre en la sonrisa que aparece al explicar que la semana pasada su marido la amenazó con irse de casa

  • cuando habla de forma muy acelerada porque está estresado, que observe qué ocurre si habla de lo mismo pausando su voz

  • o en caso de mostrar enfado al explicar un suceso, que observe qué ocurre al hablar de ello en tono amable.


Todas estas técnicas se rigen por el principio de no-violencia, siempre son acogidas de forma libre y voluntaria por el cliente y solo se realiza lo que el cliente desea realizar, en caso alguno se fuerza la situación.


Es necesario ser sumamente respetuoso. Ayudamos a evocar la experiencia, a explorarla y a evocar material nuclear, pero siempre entrando en el flujo de la experiencia del cliente sin modificar, dirigir ni alterar nada.


El control siempre está en manos del cliente, y el proceso se detiene cuando el cliente quiere detenerlo.



Las etapas del proceso


En síntesis y de forma esquemática, el modelo propone un flujo del proceso que se compone de varias etapas.


Antes de iniciar el proceso


Es imprescindible crear una relación terapéutica basada en la confianza y recoger información relevante del cliente, de su problema, de sí mismo, de su experiencia...


Sin esta información es imposible dotar de sentido a la experiencia y el efecto terapéutico será escaso o nulo.


El flujo del proceso y sus etapas


Las etapas del proceso propiamente dicho son siete:


1. Crear una relación terapéutica mediante las tres actitudes rogerianas de congruencia, aceptación incondicional y empatía para que la persona pueda entrar en el flujo del proceso (o experiencia) en la confianza de que será aceptada, comprendida, no enjuiciada y sostenida.


2. Establecer plenitud de conciencia como se explicó anteriormente, mediante la inducción y seguimiento por parte del terapeuta del movimiento hacia adentro del cliente.


3. Evocar la experiencia significativa llevando a cabo el seguimiento de los resultados de la aplicación de las cuatro técnicas: lanzar sondas, hacerse cargo, reconocimiento y experimentos. Estas experiencias evocadas pueden ser pensamientos, imágenes, recuerdos, sentimientos, el surgimiento del niño o niña interior...


4. Acceder, profundizar y transitar en el procesamiento mediante las cuatro técnicas básicas pero en un seguimiento más profundo, y yendo a donde nos guía el inconsciente del cliente.


Este procesamiento puede llevarse a cabo en función de tres estados, que van a depender de cómo opera el flujo del proceso en el cliente.


Estos tres estados específicos son:


  • Buscar significados y material nuclear: En función del modo en que la persona lee el mundo tendrá un modo de experiencia. Se trata de obtener palabras que den significado a esta lectura del mundo y de la experiencia, así como profundizar en los sentimientos y aclarar las memorias. Este tipo de procesamiento implica un grado de emoción moderado.

  • Trabajar con la niña o niño: Durante el procesamiento la persona puede contactar con el sí mimo niño. Esto se nota en el modo infantil en que habla el cliente, la postura que adopta, su expresión facial... Está viviendo la experiencia evocada desde el niño que fue, y afloran memorias procedimentales. El terapeuta no convoca al niño, sino que se lo encuentra, es parte del cliente. En estos casos es necesario trabajar desde una conciencia dual: el adulto actual y el niño. Se trata de mostrar que el adulto puede ser una persona compasiva con el niño que sufrió, y que va a asumir el rol que necesita ese niño dándole la experiencia faltante de seguridad, amor, aprecio por lo que es...

  • Trabajar con emociones fuertes: El cliente, al evocar la experiencia y estando en ella, puede sentir emociones de una enorme intensidad. El terapeuta acompaña y dota de recursos para el manejo de la experiencia sin que sea retraumatizante.


5. Transformación: El procesamiento de la experiencia evocada lleva a la transformación. Esto implica ayudar al cliente a que la experiencia que tenga que ocurrir, ocurra.


6. Integración: La experiencia ha generado unos cambios en la lectura del mundo y de sí mismo desde una perspectiva experiencial, no solo cognitiva.


El método Hakomi genera insights no solo cognitivos sino también emocionales y corporales, profundos. Se trata de integrar todo ello en la globalidad de la persona. Para favorecer la integración, el terapeuta establece conexiones y permite que el cliente pase el tiempo que necesite en su interior, realizando estas conexiones con las diferentes partes de sí mismo.


7. Terminación: En general ocurre de forma espontánea. Es el cliente quien termina cuando ha llevado a cabo la integración. Por ello, es importante considerar que una sesión de una hora se quedará corta en la mayoría de los casos y que hay que prever sesiones de hora y media o dos horas para que pueda terminarse el proceso de forma espontánea respetando el ritmo del cliente.


El proceso también se puede terminar por acción del terapeuta, cuando lo considere necesario o bien porque el cliente ha salido de la ventana de tolerancia, porque se ha acabado el tiempo, porque el trabajo realizado es adecuado...


En la terminación, el cliente regresará a su estado actual y a su conciencia ordinaria.


Antes de cerrar la sesión, es imprescindible asegurarse de que la persona está presente como el adulto que es ahora y en conciencia ordinaria, preparado para seguir con su día a día.


Referencias bibliográficas


Kurtz, R. (2015). Body-Centered Psychotherapy: The Hakomi Method. LifeRhythm.

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